Artista destacada: Wendy Ortiz
[Aviso: incluye contenido adulto]
Wendy Ortiz es una artista de técnica mixta que crea obras intensas, oscuras, hermosas y cautivadoras centradas en la figura femenina.
Su habilidad para establecer un vínculo con sus fans es más que evidente: solo hay que fijarse en su cuenta de Instagram, que ya supera los 400 000 seguidores. Las obras de Wendy son un homenaje continuo a la persistencia y la vulnerabilidad de la forma femenina. A través del erotismo y el misticismo, su arte expresa la lucha eterna entre la creación y la muerte con exquisitez.
Sigue leyendo para descubrir más sobre ella.
¿Dónde vives y de dónde eres?
Ahora mismo vivo en Chino Hills, un barrio precioso y muy tranquilo a las afueras de California; el típico sitio plagado de casitas en medio de la montaña. Mi marido creció aquí. Yo, sin embargo, me he mudado muchísimas veces, pero crecí en San Bernardino, una ciudad no tan tranquila con uno de los índices delectivos más altos de California. También pasé una gran parte de mi infancia en Chimbote, en Perú; mi madre es de allí. Iba cambiando de un sitio a otro en una época en la que mis padres no podían ni verse (¡lo siento, mamá!).
Algunos datos curiosos sobre Wendy
El truco secreto de Wendy para salir de un bloqueo creativo y ver las cosas con ojos nuevos son la música y el whisky. Cuando no está pintando, devora toda la información que puede sobre la II Guerra Mundial. Aunque lo lleva en secreto, su canción favorita es Ne me quitte pas de Édith Piaf, y si pudiera convertirse en el personaje de una película, dependiendo del día, sería Amélie Poulain o, en la mayoría de los casos, el teniente Aldo Raine.
«…puede que sea mi forma de recuperar parte de ese poder perdido, en cierto modo, centrándome en la belleza y la fortaleza con la que nacemos las mujeres, en lo mucho que podemos ofrecerle al mundo.»
¿Cuándo crees que el dibujo y la pintura se convirtieron en una parte esencial de tu vida?
Durante mi infancia y mi adolescencia, no me entendía nada con mi madre. Ahora es mi mejor amiga y la mayor fan de mi trabajo, pero en aquella época estaba empeñada en que me convirtiera en algo que yo no quería ser: doctora, abogada, contable… Intenté cumplir con sus deseos durante años. Dejé el arte desde los últimos años del colegio hasta acabar el instituto. No me dejó otra opción, la verdad. Ya en la universidad, mientras intentaba construirme una carrera como bióloga, me di cuenta de algo. Ya no vivía con mis padres y fue como una revelación: no era feliz. Por eso, decidí dejar los estudios. Empecé a pintar y dibujar por gusto, como una afición más. Eso cuando no estaba trabajando de camarera con unas condiciones de risa. Ahí me di cuenta de que no podía volver a apartarme del arte. Tendría unos 22 o 23 años por aquel entonces.
Es evidente que tus obras se centran mucho en la figura femenina, pero ¿qué es lo que realmente te inspira de ella? ¿Qué es lo que despierta esa chispa de creatividad en tu mente?
Es una pregunta que me han hecho mil veces y la verdad es que todavía no he conseguido dar con una respuesta que me convenza, pero creo que hay varias explicaciones. De pequeña pasé por muchas situaciones traumáticas, así que puede que sea mi forma de recuperar parte de ese poder perdido, en cierto modo, centrándome en la belleza y la fortaleza con la que nacemos las mujeres, en lo mucho que podemos ofrecerle al mundo. También puede que uno de mis primeros recuerdos tenga algo que ver con todo esto. Encontré unos ejemplares de la revista Playboy debajo de la cama de mi padre y me quedé totalmente fascinada con aquellas imágenes. Solo veía la parte bonita (¡lo siento, papá!). O puede simplemente que sea porque las mujeres me parecen increíbles y maravillosas, y quiero rendirles homenaje. Lo que ven los demás en mis obras es tan válido como la lectura que pueda hacer yo.
¿Cuál ha sido la lección más dura que has tenido que aprender mientras trabajabas en tu carrera como artista? ¿Qué consejo le darías a la Wendy del pasado?
Creo que el mejor consejo que podría darle a mi yo de entonces sería que no me obsesione tanto con perfeccionar mis obras. De hecho, es lo que me dice siempre mi marido; solía ser mi representate, así que sabe muy bien cuáles son mis puntos débiles como artista. Era muy cabezota, y sigo siéndolo, pero hace unos años era mucho peor. Me negaba a dejar una obra o un proyecto que no estuviera funcionando, y malgastaba cientos de horas intentando salvar una causa perdida. También me costaba muchísimo delegar, sobre todo cuando se trataba de compartir o publicar mi trabajo. Tenía que asegurarme de que todo fuera perfecto. El ángulo, la iluminación, la obra en sí, la descripción… Era muy difícil trabajar conmigo, pero con los años me he ido relajando. Ahora, de hecho, odio la perfección. Es simple y llanamente aburrida.
«Siempre he sido muy insegura en lo que respecta a mis obras, y en eso no he cambiado mucho.»
Cuéntanos la historia que hay detrás de tu diseño favorito de Redbubble.
Pues os hablaré de «The Cycle». Mis cuadros y pinturas suelen partir de un boceto. Hubo una época en la que estaba harta de crear obras agradables y me forcé a probar a tomar otra dirección. Empecé por las figuras de la anciana y la muerte. No recuerdo por qué decidí incluir las otras tres, simplemente fueron apareciendo con el paso de los días. Iba añadiendo y quitando cosas. Admiro muchísimo la obra de Gustav Klimt, así que supongo que se convirtió en una oda a su trabajo de forma subconsciente.
¿Cuál es el proyecto de tus sueños?
Una colaboración en algún proyecto grande con mis mejores amigos del mundo del arte. Uno en el que todos estuviéramos de acuerdo en cómo enfocar las cosas y qué queremos expresar, y que nos diera la libertad necesaria para centrarnos en él hasta que esté terminado, sin distracciones ni preocupaciones. Una experiencia sin contratiempos. No creo que llegue a suceder nunca, al menos de una forma tan perfecta, pero por eso mismo lo considero un sueño.
¿Hay alguna obra que esté por venir que te entusiasme?
Un fan art de mi adorada Khaleesi. Todavía estoy trabajando en él y me llevará un tiempo acabarlo, pero hacía muchísimo que no disfrutaba tanto con algo.